Durante más de 30 años hemos tenido al dinero como valor central y las consecuencias han sido devastadoras: nuestro país ha llegado a ser uno de los más desiguales del mundo. Yo propongo ubicar en el primer lugar al ser humano y sus necesidades reales y concretas, en vez del dinero. Ese cambio en las prioridades hará disminuir el altísimo grado de violencia económica que hoy castiga a esta sociedad mercantil.
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