25-09-2012

¿Qué nos está pasando?



Los chilenos nos estamos conformando con muy poco. Un ejemplo de ese conformismo galopante, que a estas alturas se parece mucho a la resignación, es la democracia de utilería que hoy nos rige. Soportamos una constitución antidemocrática heredada de la dictadura militar, tenemos el sistema electoral talvez menos democrático del mundo como lo es el binominal, parlamentarios que se perpetúan en el cargo elección tras elección, desniveles groseros en las competencias electorales dadas la enormes diferencias de recursos entre los candidatos. Todos estos factores configuran una institucionalidad muy alejada de la verdadera democracia, lo que se traduce en que aunque podemos votar, no se nos permite elegir realmente.
¿Y qué hacen las autoridades políticas y los ciudadanos para corregir esto? Nada. Absolutamente nada. Pasan los años y seguimos siendo cómplices de la perpetuación de esta farsa, lo que habla muy mal de nuestra dignidad republicana.
¿Porqué le hemos hecho el juego durante tanto tiempo al autoritarismo enquistado en nuestra sociedad y no hemos luchado por recuperar plenamente nuestros derechos? Probablemente, porque ya no nos importa, pero esa cómoda indiferencia no deja de ser enfermiza y profundamente vergonzosa.
Los convoco entonces a construir una verdadera democracia, presionando a nuestras autoridades para que establezcan condiciones para la consulta popular, la elección directa de los candidatos, la iniciativa popular de ley, de manera que nuestro país pueda llegar a constituirse en la vanguardia de una democracia real en el mundo.
Esa es un lucha que nos dignifica como seres humanos.


13-09-2012

La democracia real y la democracia formal*




En cuanto a la representatividad. Desde la época de la extensión del sufragio universal se pensó que existía un solo acto entre la elección y la conclusión del mandato de los representantes del pueblo. Pero a medida que ha transcurrido el tiempo se ha visto claramente que existe un primer acto mediante el cual muchos eligen a pocos y un segundo acto en el que estos pocos traicionan a los muchos, representando a intereses ajenos al mandato recibido. Ya ese mal se incuba en los partidos políticos reducidos a cúpulas separadas de las necesidades del pueblo. Ya, en la máquina partidaria, los grandes intereses financian candidatos y dictan las políticas que éstos deberán seguir. Todo esto evidencia una profunda crisis en el concepto y la implementación de la representatividad.

Los humanistas luchan para transformar la práctica de la representatividad dando la mayor importancia a la consulta popular, el plebiscito y la elección directa de los candidatos. Porque aún existen, en numerosos países, leyes que subordinan candidatos independientes a partidos políticos, o bien, subterfugios y limitaciones económicas para presentarse ante la voluntad de la sociedad.

Toda Constitución o ley que se oponga a la capacidad plena del ciudadano de elegir y ser elegido, burla de raíz a la democracia real que está por encima de toda regulación jurídica. Y, si se trata de igualdad de oportunidades, los medios de difusión deben ponerse al servicio de la población en el período electoral en que los candidatos exponen sus propuestas, otorgando a todos exactamente las mismas oportunidades.

Por otra parte, deben imponerse leyes de responsabilidad política mediante las cuales todo aquel que no cumpla con lo prometido a sus electores arriesgue el desafuero, la destitución o el juicio político. Porque el otro expediente, el que actualmente se sostiene, mediante el cual los individuos o los partidos que no cumplan sufrirán el castigo de las urnas en elección futura, no interrumpe en absoluto el segundo acto de traición a los representados.

En una democracia real debe darse a las minorías las garantías que merece su representatividad pero, además, debe extremarse toda medida que favorezca en la práctica su inserción y desarrollo.

* Del Documento Humanista

11-09-2012

Igualdad de oportunidades




Tenemos que entender de una vez que habrá progreso real cuando sea de todos y para todos. Pero eso implica modificar el modelo que nos rige, porque se sostiene en base a la desigualdad. Puede existir competencia, pero no a costa de la agonía de una parte importante de la población. La propuesta humanista es sencilla: establecer una completa igualdad de oportunidades, asegurando el acceso igualitario a la salud y la educación.